Sólo cuando perdemos el sentido del olfato nos damos cuenta de lo valioso que es.Sí, olemos fragancias, flores y alimentos.Pero también olemos a personas, libros, casas, ciudades y estaciones. Nuestro sentido del olfato no ocurre desde la nada en el vacío, sino que es una confluencia de química, biología y psicología que desencadena nuestras emociones y recuerdos. La cuestión es que los olores desencadenan recuerdos que están profundamente arraigados en nuestro interior. El encuentro de moléculas y memoria que ocurre cuando hueles algo familiar desencadena una respuesta visceral en una fracción de segundo en las secciones de la amígdala y el hipocampo del cerebro, las zonas donde se almacenan la memoria emocional y las asociaciones. 

La temperatura juega un papel importante en nuestro sentido del olfato. Se huelen más moléculas aromáticas durante el verano porque el aire caliente y bochornoso retiene más moléculas y les permite moverse a través de la atmósfera más rápidamente. Lo contrario sucede cuando hace más frío y seco en el otoño: las moléculas de aire se contraen y dejan menos espacio para que se muevan las moléculas de olor. Significa que estamos bombardeados con olores en verano, pero podemos distinguir mejor aromas específicos en otoño. Esto significa que dependiendo del clima donde vivimos y crecimos, nuestra percepción de los aromas de las estaciones variará.

Según Alan Hirsch, neurólogo y psiquiatra, «lo que crees que será un olor influye en la percepción del mundo y en si te gusta o no. Así, si sales en invierno y estás acostumbrado a oler la nieve o las castañas en el fuego o cualquier cosa que hueles afuera, eso es lo que interpretarás como los olores de esa estación». Según la investigadora del olfato Pamela Dalton del Monell Chemical Senses Center, durante el otoño y el invierno estamos más tiempo en el interior con las ventanas y puertas cerradas, de modo que estamos rodeados de los olores de la cocina y nuestra casa en general, y cuando salimos al exterior se produce un contraste mayor que acentúa los olores del exterior.  

El otoño tiene un aroma único y nostálgico que muchas personas encuentran reconfortante y evocador. Esto se debe a una combinación de factores, concreto:

  • las hojas en descomposición que contribuyen al aroma terroso y amaderado otoñal.
  • temperaturas más frías, ya que el aire frío retiene menos moléculas de olor, resaltando los aromas específicos de las hojas, la corteza y la hierba.
  • las lluvias de otoño que empapan el suelo liberando el mágico olor de la molécula geosmina presente en el suelo.
  • desencadenantes psicológicos, ya que los aromas del otoño, como cualquier otro aroma, está asociado a recuerdos y emociones vividos en esa época. 
  • actividades de temporada, como recoger la cosecha de aceitunas, castañas, manzanas, la poda y sus hogueras.  
Básicamente, lo que percibimos cuando olemos el otoño son las moléculas aromáticas que provienen de los objetos y organismos que nos rodean, pero también el contexto en el que las olemos.
A medida que las hojas caen de los árboles y se acumulan en el suelo, comienzan a descomponerse, liberando azúcares y compuestos orgánicos, dando el aroma clásico de un montón de hojas. Es mucho más que un simple olor. La emoción de saltar sobre las hojas cuando éramos niños viene a la mente cuando se desencadenan nuestros propios recuerdos personales del otoño. Nuestra reacción emocional a cualquier olor proviene del significado personal que le hemos asignado al aroma, que generalmente se graba en el cerebro cuando eres joven, cuando sientes los olores y formas recuerdos con ellos por primera vez. (Es por eso que tanta gente asocia el olor del otoño con una emoción del regreso a clases).
Es una reacción que ocurre antes de que puedas pensar en ello. Si ves o escuchas algo, primero pienas en lo que significa, lo analizas y lo evalúas: ‘Oh, esto me hace sentir tal o cual». Pero con el olfato, primero es la emoción y luego tratamos de descubrir: «¿Por qué me siento así? ¿Por qué me siento melancólico, nostálgico o emocionado?'». A veces podemos volver a ello, pero otras veces simplemente tenemos la sensación y ni siquiera sabemos por qué o de dónde proviene.
Es en otoño cuando el suelo del campo cobra vida: tierra, musgo y hongos en una danza aromática maravillosa y húmeda. El aire lleno de gotas atrae a los árboles para que liberen su fragancia melosa, que se vuelve aún más dulce con las resinas pegajosas que brotan de los troncos de coníferas, etc. ¿Qué nos comunica la Tierra a través de su lenguaje olfativo? Quizás estos aromas lleguen a nuestras almas y nos recuerden que debemos saborear la dulzura de nuestro presente mientras nos preparamos para los inevitables ciclos de vida y muerte que enfrentaremos.

¿Cuáles son tus aromas de otoño favoritos? Permítenos ayudarte a llevar los aromas de la temporada a tus espacios. 🍂🍁

En general, los aromas del otoño proceden de los cítricos, las especias, las hierbas y resinas, pero como decimos, depende de tu experiencia personal y tus gustos. Aquí te proponemos algunos aceites esenciales cuyos aromas que pueden ayudarte a adaptarte al otoño-invierno y los días más oscuros y fríos por llegar: